[15/06/2019]
Carta de José Julio Moreno Baena, director de la FOSC, como presentación del Libro del XXV Aniversario de la FOSC.
Partiré de una afirmación llena de ingenuidad: "La música es de todos". Ya desde pequeño he vivido en la errónea creencia de que la música era el patrimonio de unos pocos. Mentes privilegiadas cargadas de razón y de extraña sabiduría. Me inquietaba – más aún, me revolvía – notar que un conocimiento maravilloso, cargado de sentimientos y basado en un lenguaje universal, nuestro Dios lo hubiera reservado a unos pocos.
En mi infancia siempre cantaba lo que sentía a pesar de mi pésimo oído, sin formación alguna. Yo era feliz así. Oía cantar a mi padre y yo me emocionaba. El tenía buena voz y creo que cantaba bien. Siempre escuchaba cualquier música y la sentía en mi interior. Pero yo no tengo oído. Sí, eso que hace distintas a las personas. Incluso sentía un poco de envidia de quienes tenían tales cualidades.
Un día, a la edad de nueve años, estábamos en clase, en el colegio, y llegó el Hermano Ildefonso. Sí, él, el responsable de música y del coro. Nos mandó colocar alrededor, junto a la pared de la clase. Fue uno por uno: “Do, re, mi, fa... Repite... ¡Horrible!”. Y así fue de uno en uno y seleccionó a dos o tres compañeros que sí lo hicieron bien. Se marchó con ellos. Él nunca se equivocó. Tomó los mejores, a los que tenían cualidades. Así fue la música toda mi infancia, toda mi juventud, toda mi madurez: para los campeones...
Al cabo del tiempo me he dado cuenta de que no es un imposible. Hay personas que son altas y otras bajas, personas gruesas y delgadas... Hay quienes tienen arte para dibujar y otros para escribir. Somos todos diferentes, aunque hay algo que nos hace iguales: la capacidad que tenemos de desarrollar en su conjunto las cualidades y defectos que nos hacen distinguirnos. El esfuerzo que hace que la persona obesa adelgace; aquél a quien le cuesta aprender los idiomas, en hablarlos; el que dibuja mal, en aprender nuevas técnicas; el que se quedó en otra época, en actualizarse...
La carencia de oído se matiza con el esfuerzo, la práctica y el estudio. Disfrutar de la música no es ser un virtuoso. Hay grandes atletas ganando campeonatos y no por eso todas las mañanas dejamos de ver gente diferente esforzándose en realizar su «footing» matinal intentando recuperar o mantener una forma imposible.
El rey persa Cosroes (531-579) decía: "Si el destino no nos ayuda, nosotros mismos le ayudaremos a realizarse". Tal y como en su día hacía el rey Cosroes, hoy lo hacemos en la Fundación Orquesta Sinfónica Chamartín. Llevamos veinticinco años cambiando el destino. No hemos querido ser el Hermano Ildefonso, queremos ser el hogar de los que quieren cambiar su destino. ¡Atrévete!
Os puedo asegurar que no soy el mejor contrabajista que ha tocado en las formaciones de aficionados de la FOSC, ni mucho menos el mejor barítono que haya cantado en un coro... claro, ¡no tengo <em>oído</em>! Pero puedo deciros con seguridad que mis compañeros en la orquesta, o cuando canto (pocas veces), saben que pongo todo mi empeño. Con mi trabajo diario, con el esfuerzo por superarme, con la voluntad que pongo en cada momento cada día estoy mejor; he cambiado mi destino.
Tantos como yo no serán el solista virtuoso que deslumbra a todos en un escenario repleto de público, ni tampoco compositores de la música que deleita los oídos, aunque puedo afirmar que somos personas completamente felices porque disfrutamos de la música.
Desde aquí animo a todos los padres para que junto con sus hijos se acerquen a la música sin miedo, sin cortapisas, sin el temor del qué dirán. Probad a cantar, a bailar, a tocar todos los instrumentos. Observad las virtudes y limitaciones, y disfrutad cada día, en familia, con su práctica. Hoy somos familias enteras que lo hacemos. Unos cantan en el Orfeón Chamartín, otros tocan clásico en la Celeste Classic y en la Orquesta Filarmónica Mundo Joven, o música moderna en la Big Band Celeste21, o se juntan para formar nuevos grupos de Rock, o simplemente escuchan los grandes profesionales de la Orquesta Sinfónica Chamartín. Preparamos zarzuelas, musicales, festivales, concursos de composición, conciertos con salas llenas de instrumentistas, de cantantes de las distintas agrupaciones corales que participan con nosotros, de público generoso que nos acompaña.
Tomo siempre la palabra en calidad de presidente de la FOSC aunque en nuestros actos debéis estar todos vosotros: cantantes, directivas de los coros, directores musicales, presidentes, autoridades, vecinos... os agradezco vuestra presencia, colaboración y participación. Y también me disculpo en nombre de la fundación por las cosas que hemos hecho mal, tal vez muchas, y que habéis soportado.
Os deseo un feliz aniversario, ya que todos sois partícipes de él, y concretamente un magnífico concierto del veinticinco aniversario, en colaboración con el Distrito de Chamartín y con el Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid.